jueves, 9 de agosto de 2007

DIOS NOS HA ELEGIDO A TODOS

La función de los ministros de Dios es ayudar a sus hermanos a elegir lo mismo que ellos eligieron. Dios los ha elegido a todos, pero muy pocos se han dado cuenta de que Su Voluntad es la de ellos. Y mientras no enseñes lo que has aprendido, la salvación seguirá esperando y las tinieblas mantendrán al mundo inexorablemente aprisionado.

Pero no es preciso que utilices el lenguaje del mundo para llevar a tu hermano la Palabra de salvación. Puedes utilizar el mensaje mental, aceptando en tu hermano únicamente la Verdad que hay en él, y desoyendo lo que sólo es apariencia.

Y tu hermano reconocerá que la luz ha llegado a él para abrirle el camino a reconocer su Inocencia. Y este ofrecimiento será para todos tus hermanos o no será para nadie. Y al ellos recibirla de tus manos, reconocerás que es tu luz.

Puede decirse que la salvación es un juego que juegan niños felices. Fue diseñada por Uno que a ama a Sus Hijos y que desea sustituir sus temibles juguetes por juegos felices que les enseñan que el sueño del miedo ya se acabó.

El juego que Dios les ofrece les enseña lo que es la felicidad porque en él nadie pierde. Todo aquel que participa no puede sino ganar, y con su victoria queda asegurada la victoria de los demás.

Los niños abandonan gustosamente el juego del miedo cuando reconocen los beneficios que brinda la salvación. Tú que has jugado a haber perdido toda esperanza, al creerte abandonado por tu Padre y a haberte quedado solo y aterrorizado en un mundo temible, enloquecido por el pecado y la culpabilidad, sé feliz ahora, cuando ten encuentras ante tu Inocencia.

El juego macabro de tu mundo ha acabado. Ahora ha llegado un tiempo sereno en el que guardamos los juegos de la culpabilidad, y ponemos bajo llave para siempre nuestros extraños e infantiles pensamientos de pecado, apartándolos de las puras y santas mentes de las criaturas del Cielo y del Hijo de Dios.

Nos detenemos sólo por un instante para jugar nuestro último juego feliz en la tierra. Y luego pasamos a ocupar el lugar que nos corresponde allí donde mora la Verdad y donde los juegos no tienen sentido.

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