jueves, 9 de agosto de 2007

¿CON QUÉ FIN UTILIZAS TU CUERPO?

El Espíritu Santo te enseña a usar el cuerpo sólo como un medio de comunicación entre tus hermanos y tú, de modo que Él pueda enseñar Su mensaje a través de ti. Esto los curará y, por lo tanto, te curará a ti.

Nada que se utilice de acuerdo con su propia función, tal como el Espíritu Santo lo ve, puede enfermar. Mas todo lo que se utiliza de cualquier otra forma no puede sino enfermarse.

No permitas que el cuerpo sea el reflejo de una mente dividida. No dejes que sea una imagen de la percepción de pequeñez que tienes de ti mismo. No dejes que refleje tu decisión de atacar. Se reconoce que la salud es el estado natural de todas las cosas cuando se deja toda interpretación en manos del Espíritu Santo, Quien no percibe ataque en nada.

La salud es el resultado de abandonar todo intento de utilizar el cuerpo sin Amor. La salud es el comienzo de la correcta perspectiva con respecto a la vida bajo la dirección del único Maestro que sabe lo que ésta es, al ser la Voz de la Vida Misma.

Tal vez te preguntes cómo es posible que la voz de algo que no existe pueda ser tan insistente. ¿Has pensado alguna vez en el poder de distorsión que tiene lo que deseas, aún cuando no es real? Son muchos los casos que demuestran cómo lo que deseas distorsiona tu percepción.

Nadie puede dudar de la pericia del ego para presentar casos falsos. Nadie puede dudar tampoco que estás dispuesto a escucharle hasta que decidas no aceptar nada excepto la Verdad. Cuando dejes de lado al ego, éste desaparecerá. La Voz del Espíritu Santo es tan potente como la buena voluntad que tengas de escucharla. No puede ser más potente sin que viole tu libertad de decisión, que el Espíritu Santo intente restaurar, no menoscabar.

El Hijo de Dios dedica todo su tiempo a dar vueltas y más vueltas a la noria de su sueño, pensando que camina por el camino correcto, y que el llegar a la meta deseada es sólo cuestión de tiempo. Pero en realidad el tiempo no existe. Y darás vueltas y vueltas sin encontrar el final.

El camino que sigues no te conduce a Dios porque no te conduce a ti. Diriges tu vista hacia cualquier parte menos hacia ti, que es donde lo encuentras todo.

Te mueves, pero sin avanzar.

Te agobias, pero no progresas.

Miras y oyes, pero no ves ni entiendes.

Suplicas, pero en el fondo no lo haces para que se te escuche.

Te diriges a Dios llamándole Padre, y lo consideras el Ser infalible. Y si a Él lo consideras tu Padre, tú tienes que ser Su Hijo, y, a su vez, te consideras pecador e indigno de tu Creador. Y al hacerlo le sustraes a Dios Su infalibilidad.

¿Quién eres tú, pues? ¿Eres el Hijo de Dios Todopoderoso o de un dios venido a menos como consecuencia de tu condición pecadora? Esto es el colmo de la locura. Y con esos mimbres construyes el cesto en el que pones tus ideas de salvación.

Como dijo el fabulista “Antes de echar a correr, mira si puedes andar”. Trata primero de conocerte a ti mismo y olvídate de hacer planes para tu salvación, pues ya los hizo Otro por ti.

En el núcleo de tus planes de salvación sitúas a un dios ávido de sacrificios y sufrimientos. Esa es la estrategia “salvadora” universal. ¿Qué puede significar eso sino que el mundo está loco? ¿Y por qué compartir su locura aceptando la desafortunada creencia de que lo que aquí es universal tiene que ser la verdad?

Absolutamente nada de lo que cree el mundo es verdad. El mundo es un lugar cuyo propósito es servir de hogar para que aquellos que dicen no conocerse a sí mismos puedan venir a cuestionar lo que son. Y seguirán viniendo hasta que se acepte la Expiación y aprendan que es imposible dudar de uno mismo, así como no ser consciente de que se es.

Por mucho que creas en lo imposible, tú no eres lo imposible. Lo que eres fue establecido para siempre en la santa Mente de Dios y en la tuya propia. No esperes del mundo loco en el que te imaginas vivir un respiro de cordura, pues sólo puede ofrecerte frustración y desesperación.

Pero nuestro propósito en el mundo no es apoyar y reforzar las ilusiones y la locura en las que una vez creímos. Vinimos a alcanzar mucho más que nuestra propia felicidad. Lo que aceptamos ser proclama lo que todo el mundo no puede sino ser junto con nosotros.

No les falles a tu hermanos percibiendo en ellos culpabilidad, de lo contrario, te estarás fallando a ti mismo. Contémplalos con amor, para que puedan saber que forman parte de ti y que tú formas parte de ellos. Esto es lo que la Expiación enseña, y lo que demuestra que la unidad del Hijo de Dios no se ve afectada por la creencia de que no sabe lo que es.

Acepta hoy la Expiación, no para cambiar la realidad, sino simplemente para aceptar la verdad de lo que eres. No hemos perdido el conocimiento que Dios nos dio cuando nos hizo semejantes a Él. Es preciso, sin embargo, que analices la locura de tu mundo para que puedas reconocer que no tiene nada que ver con tu realidad, y que no es eso lo que deseas.

En tu deambular sólo encuentras cansancio y desesperación. Pero ése es el papel que te has propuesto representar, pues estás seguro de que tu demente mundo no tiene un sustituto digno. Así pues, tienes lo que más deseas. Pues conservas todo el poder que tu Padre te dio, aunque tú no eres consciente de ello, y no haces un uso inteligente de ese poder.

Tú lo compartes todo con tu Padre y el Epíritu Santo. Formas parte de la Santísima Trinidad, y tu lugar en Ella es ser el Hijo. Pero a la vez también eres Padre, pues recibiste el poder de crear igual que el Creador. Dios te lo dio todo, no se reservó nada para Sí Mismo que no lo quisiera compartir contigo. Te corresponde todo en igualdad perfecta con Él.

Pero te internaste en tu sueño, pues no deseabas el poder compartido. Buscaste el poder para ti solo, y lo perdiste. ¡Búscate y te encontrarás! Pide nuevamente ser consciente de tu poder compartido, y se te concederá la visión. Pero no busques en tu cuerpo, pues te confundirás de lugar. Busca la idea santa, pues eso es lo que eres.

También tu mundo es una idea tuya, pero una idea desquiciada de tu mente dormida. Tú eres la Idea de Dios, el Hijo de Dios, todo lo que existe y puede existir. El Amor es el nexo que te une a tu Padre, resultado de un pacto eterno y que te hace heredero de la Gloria. Una gloria que no tienes que conquistar, pues jamás dejó de ser tuya. No busques nada fuera de tu Gloria, pues ella te provee de todo. Tú no sólo lo tienes todo, sino que lo eres todo.

Esto es lo que te dice tu mente recta, pero no la dejas expresarse. Necesitas despejarte un poco para buscar con garantías de encontrar. Tienes que irte despojando de toda la miseria mental que has ido adquiriendo a lo largo del tiempo como equipaje inseparable en tu vagar por tu efímero e inmisericorde mundo.

Tienes que aprender a interpretar lo que ven tus ojos y oyen tus oídos, pues con los mensajes que te traen –que son los que tú les pides- te mantienes en la completa oscuridad en la que imaginas vivir. Debes aprender a percibir la luz de Cristo más allá de los opacos cuerpos, y bendecir esa luz a la vez que le pides Su bendición.

No te pares ante el disfraz que tiene tu salvador para ocultar su realidad, pues no es a su cuerpo a quien pides la bendición, sino a la Inocencia que tus ojos no alcanzan a percibir. No te dejes embaucar por la forma de los cuerpos; pues si haces una sola distinción entre ellos te será imposible recibir su bendición liberadora. Pues tu liberación tiene que llegarte por el mismo camino que seguiste para entrar en tu prisión, pero deberás andarlo en sentido contrario.

Ahora los cuerpos no deberán ocultarte tu Identidad, sino que deberán ser los que delaten dónde se encuentra ésta. Pues aunque intentaste ocultarte totalmente, no te fue posible conseguirlo del todo. Dejaste una pista que te pone al descubierto. No pudiste camuflar tu única realidad, que es la vida. Pues si bien los ojos de tu cuerpo no pueden verla, si perciben perfectamente sus efectos. Esos efectos delatan tu Identidad y posibilitan que te reconozcas. Pues la vida no es de tu cuerpo, como no es de tu mundo.

La Vida es de Dios. Es Dios Mismo. Por ahí puedes abrir la puerta de escape de tu infierno, cuando decidas abandonarlo. Ahí tienes a tu Cristo. Ahí te encuentras tú. Pues la Vida contiene todos los atributos divinos. Por eso es Dios. Pues Todo está en la Parte, como la Parte está en el Todo.

Supera los cuerpos para siempre. Pero aprovéchalos mientras creas que te son útiles para bendecir la Inocencia que hay en ellos, y cúralos. Esa es tu función real en la tierra, como lo fue para Jesús.

Ahora tu cuerpo también es santo porque te sirves de él para un propósito santo.

Ahora tu cuerpo está sano porque tu mente ha sanado.

Ahora te bendicen todos tus hermanos en agradecimiento por tus bendiciones.

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