jueves, 9 de agosto de 2007

Conclusión

Estas páginas que acabas de leer han sido escritas con todo el amor que tú te mereces y para hacer honor a tu santa Identidad. Mas no pretenden obligarte a tomar una decisión que probablemente aún no desees.

Nuestro compromiso solamente es restituir la Verdad y situar las cosas en el lugar justo. Ayudarte a separar la paja del trigo, aportarte la luz necesaria para que puedas volver a ser tú cuando en verdad lo desees.

Te ofrecen la ayuda necesaria para conducirte hasta las puertas de tu Gloria por el único camino que puede conducirte a ella, y evitarte los caminos falsos que andas en tu mundo.

Se ha establecido una clara distinción entre lo real y lo irreal, entre el conocimiento y la percepción. El conocimiento es la Verdad y está regido por una sola ley: La ley del Amor, o Dios. La Verdad es inalterable, eterna e inequívoca. Es posible no conocerla u olvidarla por un tiempo, pero es imposible cambiarla.

Esto es así con respecto a todo lo que Dios creó, y sólo lo que Él creó es real. La Verdad no tiene opuestos, ni principio ni fin. Simplemente es.

El mundo de la percepción, por otra parte, es el mundo del tiempo, de los comienzos y de los finales. Sólo se basa en interpretaciones, no en hechos. Es un mundo de nacimientos y muertes, basado en la creencia de la escasez, de la pérdida, de la separación y de la muerte. Es un mundo que fabricamos con el fin de mantenernos en la oscuridad, no es algo que se nos da; selectivo en cuanto al énfasis perceptual, inestable en su modo de operar e inexacto en sus interpretaciones.

Del conocimiento y la percepción surgen dos sistemas de pensamiento distintos que se oponen entre sí en todo:

. En el ámbito del conocimiento no existe ningún pensamiento aparte de Dios y Su Creación porque Ambos comparten una sola Voluntad.

. El mundo de la percepción, por otra parte, se basa en la creencia en opuestos, en voluntades separadas y en el perpetuo conflicto que existe entre ellas, y entre ellas y Dios.

Una vez que alguien queda atrapado en el mundo de la percepción, queda atrapado en un sueño del que no puede escapar sin ayuda porque todo lo que sus sentidos le muestran da fe de la realidad del sueño. El único medio de escape es la Respuesta que Dios ha previsto en Su Voz –Su Espíritu Santo- Cuya función es mediar entre los dos mundos. El Espíritu Santo puede hacer eso porque, si bien por una parte conoce la Verdad, reconoce también nuestras ilusiones, aunque no cree en ellas.

El mundo que vemos refleja únicamente nuestro marco de referencia interno: Las ideas predominantes, los deseos y las emociones que albergan nuestras mentes.

Lo opuesto a ver con los ojos del cuerpo es la visión de Cristo, la cual refleja:

. Fortaleza en vez de debilidad.
. Unidad en vez de separación.
. Amor en vez de miedo.

Lo opuesto a oír con los oidos del cuerpo es la comunicación a través de la Voz que habla a favor de Dios –el Espíritu Santo- el Cual mora en cada uno de nosotros. Su Voz parece distante y difícil de oír porque el ego, que habla a favor del yo falso y separado, que habla de pecados y condenación, parece hablar a voz en grito.

Ya se te ha dicho que las ideas que aquí se te ofrecen, las cuales puedes admitir o rechazar, te instruyen sobre el único camino que te libera, y supone un camino de paso obligado. Sólo queda a tu libre albedrío cuándo has de tomarlo.

El contenido de este trabajo puede resumirse en pocas palabras:

NADA REAL PUEDE SER AMENAZADO
NADA IRREAL ES VERDAD


Hemos dicho que tu libre albedrío te permite elegir dónde quieres estar; puedes elegir el amor o experimentar el miedo. Eres libre de establecer tu reino donde mejor te parezca, pero no puedes sino elegir acertadamente si recuerdas esto:

El espíritu está eternamente en estado de gracia.
Tu realidad es únicamente espíritu.
Por lo tanto, estás eternamente en estado de gracia.


La Verdad es siempre abundante. Los que perciben y reconocen que lo tienen todo no tienen necesidades de ninguna clase. El estado de demencia –el mundo del ego- es fácilmente reconocible por la sensación de escasez y necesidad que se experimenta en él. Sólo el Amor perfecto existe. Si hay miedo, éste produce un estado vacío e inexistente.

Y es perfectamente comprensible que no creas nada de lo que se ha dicho hasta aquí. ¿Cómo ibas a creerlo cuando la Verdad se halla oculta en lo profundo de tu interior, bajo una pesada nube de pensamientos dementes, densos y turbios que representan, no obstante, todo lo que ves?

Tu verdadera Inocencia es el secreto de tu paz y felicidad, y profundizar hasta descubrirla es lo que tu ego no está dispuesto a hacer.

El único regalo que el Padre te pide es que no veas en la creación más que la esplendorosa gloria del regalo que Él te hizo. Contempla a Su Hijo, Su regalo perfecto, en quien el Padre refulge eternamente, y a quien toda la creación le ha sido dada como propia. Y puesto que él dispone de ella, se te da a ti.

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